Vladimir Nemcov - La esfera de fuego (1946)

 Nuestro protagonista es un técnico de radio enviado por el departamento donde trabaja a una región de Siberia para estudiar ciertos avances en el campo de los acumuladores y reclutar algunos científicos competentes. Al llegar a su destino la caída de un meteorito provocará un incendio en plena Taiga que pondrá en peligro a los miembros de una base científica y a los mismos rescatadores.

Relato innecesariamente largo. Y es que nuestros personajes, dentro de las casi 80 páginas que tiene la historia, pasarán cerca de 60 deambulando entre las llamas con un tanque especialmente diseñado para soportar altas temperaturas. Me da la impresión de que el autor quería recrear una suerte de aventura a través del fuego, con la inspiración de un Julio Verne tan querido en tierras soviéticas, pero es que la hazaña tiene lugar entre las llamas de un incendio mediando una pequeña empresa submarina, y esto me temo que no da para mucho más. Durante el asunto el autor trata de aventurarse en el campo de las transmisiones electromagnéticas e imaginar unos acumuladores eléctricos tan potentes como para dar tracción a un tanque, pero tampoco de detiene excesivamente en explicar la parte tecnológica por lo que todo queda un poco deslabazado.

A su vez aparecen unos seres parecidos a cangrejos gigantes junto al meteorito por lo que nos hacemos ilusiones de que la historia torne a alguna invasión alienígena o similar, pero los pobres crustáceos duran cuatro líneas y tal cual aparecieron fueron diluidos al igual que nuestras esperanzas. Esperanzas que se van evaporando según vemos que el final se acerca y aparte del trasiego de nuestros amigos por la taiga en llamas no ha ocurrido nada más reseñable. El final es insípido, inoloro e incoloro, con una absurda discusión que no aporta nada a la historia y con un ensalzamiento de los valores humanos del equipo que realmente nos da igual a estas alturas del relato.

Decía Svetlana Alexievich que para los rusos la victoria no es un acontecimiento, sino un proceso. La vida es lucha. De ahí la fascinación por las inundaciones, los terremotos, los... incendios! Es la necesidad de encontrar un lugar en el que poder actuar, para dar muestras de valor y heroísmo. Y luego izar la bandera.

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